ejem, ejem. Oigan, inauguran ustedes una cosa nueva y no avisan ni nada. Voy a tener que leerles la cartilla. Me da igual porque con este comentario intranscendente tengo el honor de inaugurarlo. Me autofelicito y me doy besos en las mejillas. Se les echaba de menos.
Que el necio se asombre y se estremezca; Chelo Insania sabe mirar sin parpadear. Ella debe hacer frente a esa verdad con su propia verdad, con su propia fuerza. Los principios no sirven —adquisiciones, ropas, harapos. No, se necesita una creencia deliberada. ¿Que hay en ese diabólico alboroto algo que le llama? De acuerdo, lo oye, lo reconoce. Pero ella también tiene una voz y, para bien o para mal, la suya es un habla que no se puede acallar. -- Joseph Conrad, El corazón de las tinieblas (1899)
7 comentarios:
ejem, ejem.
Oigan, inauguran ustedes una cosa nueva y no avisan ni nada. Voy a tener que leerles la cartilla.
Me da igual porque con este comentario intranscendente tengo el honor de inaugurarlo. Me autofelicito y me doy besos en las mejillas.
Se les echaba de menos.
¡Nuestro querido martin! Si es que... No sabemos bien qué le paso al anterior blog (torpes que somos, y mucho), y no hemos sido capaces de arreglarlo.
En cuanto el Lector profesional o LA BEKARIA se pongan las pilas (que se lo están tomando con calma chicha), esto tomará otro color. Prometido.
Ajajá, ¡estáis aquí!
Que el necio se asombre y se estremezca; Chelo Insania sabe mirar sin parpadear. Ella debe hacer frente a esa verdad con su propia verdad, con su propia fuerza. Los principios no sirven —adquisiciones, ropas, harapos. No, se necesita una creencia deliberada. ¿Que hay en ese diabólico alboroto algo que le llama? De acuerdo, lo oye, lo reconoce. Pero ella también tiene una voz y, para bien o para mal, la suya es un habla que no se puede acallar.
-- Joseph Conrad, El corazón de las tinieblas (1899)
Estamos aquí, Blumm. Pero vagos, vagos, vagos...
mega-vagos...
hoLA? La crisis no puede llegar a LEngua de TRapo, para cuándo el blog?
Fdo.: Un incondicional que un día leyó a Juan Aparicio Belmonte y dijo bendita Mala suerte.
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